Sr. Borsay, hay cosas que nunca cambian. No sé donde puede encontrarse usted ahora mismo, supongo que si pudiese telefonearle me diría que en el infierno, aunque no fuese así, eso contestaría. Pero no puedo hacerlo, no puedo telefonearle, así que le escribo. Un amigo suyo puede facilitarme la dirección de Satanás, así que quizá él pueda entregarle la presente.
Como le decía, Sr. Borsay, hay cosas que nunca cambian. Aquí escriben los medios que usted falleció el jueves, otros que el viernes. Unos dicen que usted tenía 55 años, otros 58. La mayoría insiste en que sus comienzos fueron punk, quizá por aquello de sus apariciones en el CBGB, no ha bastado con que usted lo negase en repetidas ocasiones, ni parece que nadie se haya molestado en escuchar sus primeros discos, como ve todo sigue igual, hay cosas que no cambian, de hecho, alguno incluso escribe su nombre como Borsey en repetidas ocasiones. No se extrañe ni se preocupe usted Sr. Borsay, no es solo algo que vaya exclusivamente con usted, ni algo que usted desconozca, hace unos días leí una crítica de un concierto de springsteen en la que un veterano crítico afirmaba haber alucinado con los solos de Danny Federrici y la prodigiosa voz de Patti Scialfa, pese a que Ms. Scialfa no estaba presente y el bueno de Federici le encontrará usted en el infierno, que es a dónde van los rockeros. El Sr. Federici, como usted Sr. Borsay, se encuentra en mejor compañía que entre los vivos. Murió en abril del año pasado.
Como le contaba, Sr. Borsay, Hay cosas que nunca cambian, los medios se dedican a dar datos y datos, que si su cita con Los Ramones, si, ya sé que fue casualidad. Y que si Spanish Troll por aquí, que si Hey Joe por allá, que si Demasiado Corazón, que si Cabretta, que si Le Chat Blue, que si su look de bucanero o de Tahúr del salvaje oeste, su nominación al Oscar, sus colaboraciones con Knofler o con el Doc, etc. La mayoría se limitan a repetir las palabras de quienes en vida le representaban, que si se ha reunido con Piaf, que si bla, bla, bla… nadie ha reparado en lo importante querido William. La mayoría de los periodistas se han limitado a mejorar sus pulsaciones, han pulsado fríamente mientras veían como los comentarios de otros se transformaban en sus propias conclusiones a través de una fría arial, que por momento se tornaba cursiva o negrita cuando esta rezaba “Willy Deville”. La mayoría no tienen ni puta idea de lo que va esto.
En resumen. No es fácil convertirse en Willy Deville, Sr. Borsay. De hecho diría que es imposible si no fuese porque le he conocido a usted. Suponen que usted ya lo sabía, pero no, no es que usted lo supiese, simplemente usted era el mismísimo Willy Deville. No tiene la mareante marabunta de seguidores de las grandes estrellas del Show Bussines, pero en sus conciertos no abundaban los curiosos, solo había gente sincera con usted y lo que es más importante, sincera con la música. Sus seguidores, quienes le aprecian y lo quieren, son en su mayoría adultos musicalmente hablando, amantes de la música, no del simple entretenimiento. ¿Cuánto vale eso?. Ellos saben que puede descansar en paz y lamentan principalmente algo tan evidente como que jamás escucharán esas canciones que no ha llegado a escribir, a grabar ni a interpretar. Jamás escucharemos esas canciones que llevaba aún dentro y se ha llevado consigo a la tumba.
He leído muchos artículos vacios Sr. Deville, muchos. Y sé que a usted no le sorprende, a estas alturas eso es imposible que le sorprenda, usted sabe cómo está montado esto. Sabía que seguiría vendiendo discos después de muerto, y sabía porque lo haría. Así que si me lo permite, ahora que usted no puede hacerlo, diré algo por usted a toda esa gente, ellos saben a quienes me refiero, se darán por aludidos… “Él era Willy Deville. Venía de las calles. Conocía cosas de las que nunca hemos oído hablar. Podéis iros a tomar por el culo”. Fdo: El "cortito" (no entiendo nada, aunque me esfuerzo en entender. Lo juro por mi colección de tapas de Yogurt).
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