He crecido con la música de Springsteen. Cuando mis amigos escuchaban a Hombres G (los más verbenas) y a los secretos (los más eruditos), allá por la época de María Castaña, de esto ya debe hacer algo más de veinte años, yo estaba más enganchado al Boss que la escopeta de feria al mostrador de la barraca. Lo cierto es que siempre me gustó la música, así que cuando me acostaba lo hacía con un radiocasete. Habitualmente escuchaba mis cintas hasta que el dichoso aparato se las comía, en otras ocasiones escuchaba la radio. Así descubrí al jefe, creo recordar que fue Julián Ruiz quien advirtió que pusiésemos nuestras grabadoras a funcionar, por supuesto no le hice ni puto caso, como si JR fuese un pincha de los de ahora. Debí obedecerle sin embargo, perdóname Julián. Cuando pulsé play + rec el boss cantaba ya la segunda estrofa. Al día siguiente fui a comprar el The River. Por si las moscas, compré también un tal Born To Run. Por aquel entonces podías comprar un par de discos sin pasar hambre hasta final de mes, y las pagas del fin de semana daban para mucho si hacías una ronda familiar, y yo era (y soy) de buena familia, además, tenía cara de bueno sin necesidad de ponerla. Tenía por entonces unos trece o catorce años. De pronto los pocos discos que tenía me parecieron todos una basura, los tiré. Aquello me marcó, me convirtió en lo que soy ahora, un tipo con el que no se puede hablar de música.
Quizá sea por eso que sigo acudiendo a sus conciertos, es como algo familiar. Bruce ya no es mi favorito desde hace mucho tiempo, no alcanza la genialidad de "algun otro" artista, y sus discos no son como los de entonces, supongo que es imposible repetirlos, pero es Bruce y vas a verle. Joder, repito, es como algo familiar. Solo que a diferencia de esos actos familiares, en sus conciertos acabas disfrutando más que un cura en el puticlub del pueblo. No hay fuegos artificiales, el escenario está lejos de las macro ciudades andantes de U2 o de Madonna, pero no hacen ninguna falta, es, como digo, algo familiar, y Bruce se sobra, como sus tablas. Sueles marcharte pensando, joder, menos mal que al final moví el culo y vine, este cabrón sigue siendo de lo mejor que puedes ver en directo hoy en día, él y la E street Band se lo merecen indudablemente, obviemos todos los motivos. Te vas de sus conciertos con esa satisfacción que produce haber podido quedar con un colega de toda la vida al que ves muy de vez en cuando porque hace años que vive en otra ciudad, solo que a este ni lo conoces ni sabes en realidad nada de él, podría ser el asesino del martillo y tu allí aplaudiendo y pidiendo un bis mientras él desde el escenario escoge a su siguiente víctima. Hay que joderse, porque aún sabiéndolo es posible que fueses igual, aunque por si las moscas, o el martillo, no te pondrías en las primeras filas para no ser el siguiente desafortunado.
Me crucé con el Sr. Springsteen dos veces. Una en Verona y otra en Gijón. La primera vez, en Gijón, le salude con un gesto muy español, levanté la barbilla como diciendo; después nos vemos. Él contestó también con un gesto, bajó la barbilla como diciendo; tranqui, nos vemos allí. La segunda vez, en Verona, también por la calle, volví a levantar la barbilla, pero acompañé el gesto esta vez con un leve movimiento de mis cejas, como diciendo; coño, hacía tiempo que no te veía. A lo que el contestó bajando su barbilla, pero acompañó el gesto esta vez con una sonrisa, como diciendo; controla tío, que está Patti detrás, ¿no la has visto?. Cómo decía, todo muy familiar. Aunque esa es la sensación que te deja, ahora que lo pienso, esa sonrisa coloquial que me lanzó encajaba también perfectamente con un; Joder, lástima que no llevo el martillo, sino me cargaba ahora mismo a este hijo de puta. ¿Quién sabe?, quizá en eso consiste el fenómeno “fan”, en creer que ese tipo o tipa son exactamente como te los imaginas. Imagino yo, que nadie pensará en Madonna cambiándose el tampax o simplemente defecando en su wáter, salvo algún depravado, claro. Aunque la cisterna contenga agua de la marca Bling y la perfumen con Channel Number Five, dudo que sus fans tengan esa imagen de ella con las bragas por los tobillos sentada en la taza leyendo el Hola, perdón, el Hello. Yo tampoco me imagino al Boss abriéndome la cabeza con su martillo Stanley.
Fdo: El "cortito" (no entiendo nada, aunque me esfuerzo en entender. Lo juro por mi colección de tapas de Yogurt).
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